AUDIOTORAH 

  

 

Se lee Devarim -Deuteronomio- Cap. 3:23 al 7:11

Por Eliyahu BaYonah Ben Yossef, Director Shalom Haverim Org. New York

 

A pesar de que Moshé está contento de que Iehoshúa va a liderar a la nación, ahora reza por él mismo para que se le permita entrar en la Tierra de Israel para poder cumplir sus mitzvot especiales. Sin embargo, Dios rechaza su pedido. Luego Moshé les recuerda a los Hijos de Israel la reunión en el Monte Sinai cuando recibieron la Torá -- que ellos no vieron una representación visual de lo Divino sino que sólo escucharon palabras. Les recalca que la revelación en Sinai fue ante toda la nación y no a un elite solamente, y que sólo el Pueblo Judío siempre va a poder decir que Dios habló a toda la nación. Moshé les ordena especificamente a los Hijos de Israel que "transmitan" el evento en el Monte Sinai a sus hijos a través de todas las generaciones.

Moshé predice acertadamente que después de que los Hijos de Israel hayan morado en Eretz Israel van a pecar, ser exiliados de la Tierra y dispersos entre todos los pueblos. Serán pocos en cantidad pero eventualmente retornarán a Dios. Moshé designa tres "ciudades de refugio" para que una persona que mata inadvertidamente pueda escaparse. Moshé repite los Diez Mandamientos y luego enseña el Shemá, el credo central del judaísmo - "sólo hay un Dios". Luego les advierte que no se sumerjan en el materialismo y se olviden de su función como una nación espiritual. La parashá termina cuando Moshé exhorta al pueblo a no casarse con otros pueblos cuando entren a la Tierra de Israel, ya que no pueden ser una nación santa si se casan con otros pueblos y se hacen indistinguibles entre otras naciones.

 

COMENTARIOS A LA PARASHÁ

POR QUÉ LO PROVOCA?

"Sube a la cima del peñasco y eleva tus ojos en dirección al oeste, al norte,... y ve con tus propios ojos, pues no cruzarás este Jordán" (3:27)

Imagínate las ansias de Moshe mientras estaba parado en la cima del peñasco, contemplando la tierra por la que había renunciado a tanto...

Allí estaba, extendida ante él como un mapa abierto. La Tierra de Israel. Tan cerca, y al mismo tiempo, tan lejos. Hashem sabía lo mucho que Moshe ansiaba ir a Eretz Israel... ¿Por qué lo "provocó", mostrándole la tierra a la que sabía que jamás llegaría?

Además, nuestros Sabios nos dicen que, por medio de un concepto profético, Hashem le mostró a Moshe cada metro cuadrado de Eretz Israel, lo cual seguramente no habrá hecho más que aumentar su anhelo...

¿Cuál era el propósito de Hashem?

Cada uno de los Avot, los Patriarcas, representa una cualidad específica: Abraham simboliza la Jesed (benevolencia); Itzjak simboliza la Guevurá (fuerza; autocontrol); Yaakov, la Emet (verdad). La cualidad que representa Moshe es Netzaj: la Eternidad.

Todo lo que hizo Moshe fue para siempre. Hashem dio la Torá por su intermedio, porque la Torá es eterna. Si Moshe hubiera ido a la Tierra de Israel, junto con el pueblo judío, entonces su entrada hubiera sido una "entrada eterna". Y después de esa entrada, el pueblo judío simplemente no podía irse de la Tierra. Pero Hashem sabía que el pueblo judío tendría que irse al exilio ya que no lograría mantener el alto nivel espiritual que exige la Tierra. Si no se podían ir, y no podían quedarse, entonces se encontrarían en peligro real de aniquilación.

Por eso, Moshe no podía entrar a la Tierra de Israel.

Sin embargo, Hashem hizo que la no-entrada de Moshe a la Tierra cumpliera un propósito positivo: Hashem quería implantar el recuerdo de la Tierra de Israel en la psiquis colectiva del pueblo judío. Al mostrarle a Moshe cada brizna de pasto, al llevarlo y mostrarle cada rincón de la tierra a la que jamás habría de llegar, Hashem implantó en el corazón de Moshe un ansia eterna por la Tierra de Israel.

Fijémonos en el rezo diario. Fijémonos en la bendición de después de las comidas. Nuestras peticiones a Hashem están saturadas del nombre de la Tierra a la que ansiamos retornar, como un Pueblo Santo.

A lo largo de la larga, larguísima noche del exilio, el pueblo judío jamás perdió esa misma ansia por Eretz Israel que sintió Moshe cuando se paró en la cima del peñasco y contempló la Tierra que jamás habría de pisar.

Malbim, Rabí Yerujam Uziel Milevsky z''l

 

LE FALTÓ 1 SOLA VEZ MAS

"Vaetjanan" (3:23)

Vaetjanan significa "imploré".

La guematria, o equivalente numérico, de Vaetjanan es 515.

Hay 516 horas entre el comienzo de Rosh Hashaná y el final de Hoshana Rabá, que es la última oportunidad de cambiar un decreto que fue hecho en Yom Kipur.

En el último año de su vida, entre Rosh Hashaná y Shmini Atzeret, Moshe rezó cada hora, 515 veces, para que Hashem lo perdonara y le dejara cruzar el Jordán.

Finalmente, Hashem le dijo que no rezara más.

De esto aprendemos el enorme poder de la plegaria. Hashem le dijo a Moshe que dejara de rezarle, lo cual implica que si Moshe hubiera continuado rezando, si hubiera rezado la plegaria número 516, Hashem habría accedido a su petición.

Rabí Mordejai Perlman

 

"Y amarás a Hashem, tu Dios, con todo tu corazón..." (6:5)

Los filósofos preguntan: ¿Cómo puedes ordenar amor? El amor es algo instintivo que una persona o bien siente o bien no siente. ¿Cómo se le puede ordenar a una persona que ame?

La respuesta se encuentra en la propia pregunta. A partir del hecho de que Hashem nos ordenó que Lo amáramos, se desprende que debe formar parte de la naturaleza de cada judío el amor al Creador. Lo único que hace falta es despertar esa fuerza natural y darle un pellizco.

Sfat Emet

 

"Y Le rogué a Hashem en ese momento, diciendo" (3:23)

La frase "en ese momento" apunta a una plegaria para las generaciones futuras: cada vez que el pueblo se halle en tiempos de angustia, y no puedan rezar como corresponde a causa de la opresión del exilio, la plegaria de Moshe ha de elevarse en su lugar.

Hasta en la tristeza más profunda, cuando la soga de la plegaria, que conecta los labios con el corazón, está desconectada, y lo único que podemos hacer es meramente pronunciar las palabras, la plegaria de Moshe se elevará para nosotros. "En ese momento", cuando lo único que podamos hacer es "decir", y no haya sentimiento en nuestras palabras, esta plegaria de Moshe se elevará ante Hashem.

 

Rebe de Amshinov z''l

 

"Con todo tu corazón" (6:5)

Una idea parecida queda implicada en la frase "con todo tu corazón" del Shemá. Rashi explica el versículo "Con toda tu alma" significando que "aunque El te quite el alma". Lo mismo, si El te quita el corazón. Inclusive cuando la duda te carcoma el corazón, inclusive cuando la confusión te impida ver la Mano de Hashem, inclusive entonces sírvelo "con todo tu corazón".

Jidushei ha Rim


NOTAS EXPLICATORIAS:

Y yo  supliqué  al Eterno en aquel tiempo, diciendo: 

Este es uno de los cuatro contextos de la Tora donde Moshe le dijo a Hashem: "No te dejaré hasta que me respondas si has de satisfacer mi ruego o no" A eso alude la expresion aparentemente superflua "diciendo"


   Moisés, el pastor modelo que guió al pueblo durante cuarenta años en la travesía del desierto, no pudo realizar su sueño: el de entrar en la Tierra Prometida. Con este propósito, hizo una plegaria como última tentativa, para que Dios le dejase pasar el Jordán y ver "la buena tierra". El Rabino Samlay ve en la plegaria de Moisés, el orden que debe seguirse al orar. Moisés comienza exaltando a Dios antes de hacer su petición. "No podemos - dice Rabí Samlay - dirigir nuestras preces a Dios antes de haberle loado y haber reconocido su grandeza y su poder" (Yalcut 813).La plegaria de Moisés sirvió de fórmula para los rezos de nuestro ritual. Una de las más importantes, la Amidá o Shemoné Esré, plegaria silenciosa que contiene dieciocho bendiciones (diecinueve incluyendo la oración lamalshinim velaminim) y que se reza de pie, comienza en efecto con fórmulas laudativas dirigidas al Eterno; solamente después, siguen las peticiones.Cuánto dolor se entrevé en las cortas y pocas palabras que Moisés dedica a Dios en su plegaria (ver versículos 25-28). Moisés debía morir en el desierto. con la generación que tanto amó, y a la que, durante los duros cuarenta años, transmitió la palabra divina.


¡Déjame pasar, te ruego, y veré la buena tierra que está más allá del Jordán, este buen monte  y el Líbano! Este buen Monte
   Moisés hace alusión a la ciudad de Jerusalem, la cual se encuentra rodeada de montes (ver Salmo 125, 3); y con el Líbano, al lugar donde más adelante se construiría el Templo.

El Líbano

Libano, en referencia al Beit Hamikdash, cuya mision es blanquear las trasgresiones de Israel. Libano y blanco en hebreo tienen la misma raiz : Laban


Y ahora, instruye  a Josué y fortalécele y anímale,  porque él ha de pasar al frente de este pueblo, y él los hará poseer la tierra que tú verás.
   Cuando Moisés comunicó a Josué que debía remplazarle, éste se declaró modestamente incapaz de guiar al pueblo. Pero Moisés le animó con expresiones alentadoras, instándolo a no disminuir su valor. Le recordó su propio pasadora cuando Dios le encargó la misión de salvar al pueblo en Egipto. "Yo comencé rehusando (ver  Exodo, 4, 13) y finalmente acepté. Tú también aceptarás".


Y ahora, oh Israel, escucha  los estatutos y los juicios que os enseño, a fin de observarlos, para que viváis y entréis a heredar la tierra que el Eterno, vuestro Dios, os da.
   Moisés, el guía ideal del pueblo de Israel, aunque no habría de entrar a la Tierra Prometidas no abandonó su misión, la de inculcar en el pueblo sus deberes más allá del Jordán, que él no pasaría: "Y ahora pues, oh Israel, oye los estatutos y los juicios que yo os enseño para que los ejecutéis y viváis y entréis a heredar la tierra que el Eterno, Dios de vuestros padres, os da" (capítulo 4, 1). Se nota aquí que la máxima aspiración de Moisés no era solamente llevar al pueblo a la tierra prometida; él sentía que Israel necesitaba antes que nada de una patria espiritual, la cual pudiese existir aun fuera de Eretz Yisrael. Ella es la Torah, con sus preceptos y estatutos sagrados, la patria esencial del judaísmo hasta hoy.
 


Y los guardaréis y los cumpliréis, porque en esto consistirá vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de las naciones, las cuales oirán todos estos estatutos y dirán: Ciertamente es esta gran nación pueblo sabio y entendido. 

 "Cuidar" alude a estudiar los mandamientos. "Observar" alude a ponerlos en practica. Estudiar los mandamientos es cuidarlos, ya que el estudio y el conocimiento de los mismos es el catalizador para su aplicacion y practica; y como tales, fuente de su eterna perdurabilidad. El estudio y la observancia de los preceptos es la gran dabiduria de vida del pueblo de Israel, motivo de reconocimiento entre las naciones del mundo.


Solamente guárdate a ti mismo y guarda tu alma mucho, no sea que te olvides de las cosas que han visto tus ojos, y se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; y las harás conocer a tus hijos y a los hijos de tus hijos. 
  Moisés insiste varias veces, en este libro, sobre el mandamiento de transmitir a los hijos y nietos, de generación en generación, el legado espiritual recibido. En realidad, si el judaísmo existió hasta hoy fue gracias a la educación religiosa suministrada a los niños. Numerosas son las declaraciones de la Torah y del Talmud sobre dicho precepto: "Estas palabras que hoy te enseño estarán sobre tu corazón y las repetirás a tus hijos", etc. (Deuteronomio 6, 6-7). "El padre que enseña la Torah a su hijo, tiene el mismo mérito de quien la hubiese recibido directamente del monte Sinay" (Bereshit Rabá 10). El deber primordial de una comunidad israelita es el de educar religiosamente a los niños, ya que la futura existencia de ella dependerá de la difusión de esa enseñanza. "No se puede suspender la instrucción de los niños ni aun para construir el Templo de Jerusalem" (Shabat 1, 19).


Cuando hubiereis engendrado hijos e hijos de hijos, y hubiereis estado largo tiempo en la tierra, y os corrompiereis e hiciereis esculturas a semejanza de cualquiera cosa, e hiciereis lo que es malo a los ojos del Eterno, tu Dios, para provocar que se indigne. Porque el Eterno, tu Dios, es un fuego devorador, Dios celoso es.
   Celoso en el sentido de que cela por la santidad de sus hijos y no tolera el culto a la idolatría de cualquier manera que se practique, según vemos en los versículos anteriores de este capítulo, que recuerdan a Israel su espiritualidad, que no puede ser representada por ninguna imagen.
Cuando hubieres engendrado hijos
   Con razón los reinos escogieron este trozo, desde el versículo 25 hasta el 40, para la lectura del triste ayuno del 9 de Av (Tishá beAv ). Moisés hace aquí una seria advertencia de lo que acontecerá si los israelitas se apartan de la senda divina para adorar dioses extraños o materiales, y actúan mal. En efecto, todo lo que Moisés predijo aconteció, pero aún así Dios no abandonó a su pueblo, como lo prometió: "Pero cuando te vieres en angustia... buscarás desde allí al Eterno, tu Dios, y le hallarás, con tal de que le requieras con todo tu corazón y con toda tu alma... porque el Eterno tu Dios es un Dios misericordioso, no te dejará caer, ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que juró a tus padres". La felicidad del pueblo israelita y su bienestar se hallan en la unión íntima y espiritual con su Dios, y en el cumplimento de los preceptos de su Ley.

Provocar que se indigne

 Moshé les esta advirtiendo que serian desterrados al cabo de 852 años, como la suma de las letras de la palabra "venoshantem". Alusión al exilio babilónico. Pero de hecho, el exilio tuvo lugar al cabo de 850 años. En Su gran misericordia Hashem le adelantó 2 años para evitar que un peor descenso de Israel desembocase en la perdicion y la destruccion mencionada en el verso 26.


para desterrar delante de ti a naciones  más grandes y más fuertes que tú, a fin de traerte y darte en herencia la tierra de ellas, como hoy se ve.  Delante de ti a naciones
   Hace alusión a los pueblos de los reinos de Sijón y Og, que los israelitas conquistaron antes de cruzar el Jordán.   


Entonces Moisés hizo separar tres ciudades  de este lado del Jordán, hacia el nacimiento del sol, 
  Esta parte, desde el versículo 41 hasta el fin del capítulo, constituye una interrupción entre el primero y segundo discurso de Moisés. Algunos exegetas piensan que este relato no está en su lugar apropiado, pero otros dicen que sí lo está, y que Moisés siempre tuvo en el pensamiento apartar las tres ciudades, pero solamente ahora pudo realizarlo. Separó las tres ciudades de refugio de la Transjordania a pesar de que, según afirma el Talmud (Macot 9), éstas no podían servir para la finalidad a que estaban destinadas hasta que separasen también las otras tres en la tierra de Canaán. Los hombres justos cumplen las buenas obras cuando tienen la posibilidad de hacerlo, aunque hayan de servir para más tarde. Cualquier otro jefe espiritual igual a Moisés, hubiese estado satisfecho con la grandiosa obra realizada hasta el momento, pero él lucha hasta el último día, hasta la última hora, por el futuro de su pueblo.  


Guardarás el día del sábado para santificarlo, como el Eterno, tu Dios, te ha ordenado.
  En esta perashá, Moisés menciona los diez mandamientos con ligeras modificaciones en relación a los que proclamó el Eterno en el monte de Sinay, pero en el cuarto mandamiento, en lugar de Zajor et yom hashabat lekadeshó (recordarás el día de sábado para santificarlo), dijo: Shamor, etc. (guardarás el día de sábado para santificarlo). El Talmud afirma que no fue Moisés quien cambió la palabra zajor por shamor, sino que Dios había pronunciado las dos palabras de una sola vez, lo que constituye un milagro incomprensible para el ser humano. Haciendo alusión a esto, el poeta Shelomó Halevi el Kabetz dice en su famosa poesía Leja Dodí, que se canta en el ritual del viernes por la noche: Shamor vezajor bedibur ejad, hishmianu El hameyujad (guardar y observar (el sábado) nos hizo oír el Dios único en una sola palabra). Los preceptos negativos del Decálogo no deberán ser traducidos sino en futuro simple: "no matarás, no robaras", etc. No se trata de una ley, una disposición, un "imperativo" que el hombre debe cumplir, sino de una educación integral en la que el precepto se convierte en parte natural de su personalidad, y que el hombre observa instintivamente. Nuestra fe nos ordena creer que estos sublimes mandamientos fueron dictados por inspiración divina. En realidad, si no procedieran de las alturas, no habrían existido desde hace más de tres mil años hasta hoy, contribuyendo a la moralización, progreso y ennoblecimiento de casi toda la familia humana.   


y no codiciarás la mujer de tu prójimo; y no desearás la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo.
   Es especialmente interesante el décimo mandamiento, que siendo el último ocupa una posición destacada y constituye un ejemplo único en su categoría. Se pueble argumentar que envidiando a nuestro prójimo no le hacemos ningún mal; al contrario, a muchos les gusta ser envidiados. Pero esta envidia aparentemente inofensiva, constituye muchas veces el principio de todos los males cuando el hombre se deja dominar por ella; es la raíz del robo, del adulterio y hasta del asesinato. Consiguiendo vencer la envidia, el hombre jamás se dejará arrastrar por el pecado.
 



Por todo el sendero que os ha ordenado el Eterno, vuestro Dios, andaréis, a fin de que viváis y os vaya bien, y prolonguéis los días en la tierra que habéis de heredar.
  Las leyes de la Torah hacen que la vida del hombre sea armoniosa, ordenada y honrada. Son la fuente de la verdadera dicha, tanto en la familia como en la sociedad; contribuyen a preservar la salud física y moral, y por consiguiente a prolongar la vida. Estos mandamientos hacen que el israelita, en todos los actos de su vida, cumpla con su deber, con su dignidad humana, y ocupe su lugar en la escala de la Creación, que le elevará desde la tierra a las regiones del espíritu. La eficiencia de estos mandamientos queda demostrada por la misma existencia del pueblo israelita, que habiendo estado privado por tantos años de toda fuerza material, dispersado y perseguido en casi todos los países del mundo, sobrevive hasta hoy, lo que no aconteció con otros pueblos a pesar de todos sus ejércitos y poderes políticos y sociales. "El Eterno, queriendo favorecer a Israel, dio a éste leyes y mandamientos en gran número" (Macot 23:).  



Oye, Israel: el Eterno, nuestro Dios, el Eterno es uno.
   Este versículo constituye la declaración de fe israelita. Las primeras palabras hebreas que se le enseñan a un niño judío son: Shemá Yisrael, hashem Elokenu haském ejad (Oye, Israel, etc.), y estas son también las últimas palabras que pronuncia el israelita al morir. Esta frase, dice el Talmud, no está dirigida a los oídos, sino al corazón: Oye, Israel, en cualquier idioma que oigas, aun cuando no comprendas lo que oigas, pues lo que aquí te dicen debe penetrar directamente en tu corazón y en tu alma. De esto se deduce que el verdadero servicio divino no se realiza sólo con los actos, sino también con el corazón y el alma. Y por ello los sabios del Talmud consideran que lo principal es la cavaná, o sea la intención y el sentimiento que se pone en la oración.Es interesante, al analizar este pequeño versículo, observar que la última letra de la primera palabra y la última letra de la última palabra, están escritas en la Torah más grandes que todas las demás. Son las letras áyin y dálet. El Baal Haturim explica esta singularidad diciendo que esas dos letras componen la palabra hebrea ed, es decir, testigo, y nos recuerda el versículo del profeta Isaías, 43, 10: "Vosotros sois mis testigos, ha dicho el Eterno". Cada judío, al decir la Shemá en sus diarias oraciones, atestigua con ella la divinidad de Dios 
 



Cuando te preguntare tu hijo el día de mañana, diciendo: ¿Qué significan los testimonios y los estatutos y las leyes que el Eterno, nuestro Dios, os ordenó?
   Esta es la pregunta que hace el hijo calificado de sabio, en la noche del Séder (orden de la ceremonia hogareña de la primera noche de Pésaj). De acuerdo con ella, cada padre debe relatar a su hijo, sea éste sabio, malo, simple, o incluso aunque no sepa preguntar, la historia de la esclavitud de Egipto y la del Éxodo. De este precepto nació la narración escrita en la Hagadá, librito popular de la literatura hebrea que presenta en forma de antología un esquema simple e impresionante del origen del judaísmo, de la estadía de los israelitas en Egipto y del Exodo. Contando el episodio de la esclavitud en Egipto, el padre estimula el interés de sus hijos por el glorioso pasado de su pueblo, y les infunde fe y confianza en Dios.  
 



Y no te emparentarás con ellas; no darás tu hija a su hijo ni tomarás su hija para tu hijo;
  Este mandamiento se refiere a los matrimonios con los pueblos idólatras de aquel tiempo, como también a los enlaces mixtos de la actualidad, pero de ningún modo a los prosélitos, puesto que Dios mismo declaró amarlos, según fue escrito: "(Dios) que ama al prosélito" (Deuteronomio 10, 19). En el Midrash (Bereshit Rabbá 39, 14) encontramos estas palabras: "El israelita que aproxima un pagano (a Dios) y lo convierte, es como si le hubiera creado". Y en el Talmud (Pesajim 87:) se dice: "El Santo, bendito sea El, exiló a Israel en medio de las naciones por la única razón de que se le junten prosélitos". En el mismo Talmud existe una opinión contraria a ésta: "Los prosélitos son para Israel como una plaga maligna" (Yebamot 47:), pero esta declaración es consecuencia del mal comportamiento de los convertidos de aquel tiempo, los cuales, por su actuación, pusieron en peligro a la comunidad israelita entera. A partir de entonces, los que deseaban convertirse al judaísmo eran examinados minuciosamente; también se investigaban las razones que les impulsaban a ello (ver en Shulján Aruj, Yoré Deá, párrafo 268, las leyes sobre el proselitismo).  
 



Sino que de esta manera habéis de hacer con ellas: sus monolitos de idolatría quebraréis, y sus árboles de idolatría cortaréis, y sus estatuas quemaréis en el fuego. 
   Altares hechos de una sola piedra, que servían de símbolos para Raal, dios del sol.  

Arboles de idolatría
   Arbol plantado como símbolo sagrado de Astarté, diosa de la fertilidad.  
 



No por ser vosotros más numerosos que todos los pueblos os ha tenido afección el Eterno y os ha escogido, porque vosotros erais el menos numeroso de todos los pueblos;
  El Midrash interpreta las palabras del vers. 7 de la siguiente manera: "Por no ser orgullosos, sino humildes, escogió..." Y en el Talmud (Pesajim 87) se dice: "El Santo, bendito sea El, exiló a Israel en medio de las naciones por la única razón de que se le junten prosélitos". En el mismo Talmud existe una opinión contraria a ésta: "Los prosélitos son para Israel como una plaga maligna" (Yebamot 47), pero esta declaración es consecuencia del mal comportamiento de los convertidos de aquel tiempo, los cuales, por su actuación, pusieron en peligro a la comunidad israelita entera. A partir de entonces, los que deseaban convertirse al judaísmo fueron examinados minuciosamente; también se investigaban las razones que les impulsaban a ello (ver en Shulján Aruj, Yoré Deá, párrafo 268, las leyes sobre el proselitismo).  



Y sabrás pues que el Eterno, tu Diréis, es el que es Dios, el Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia con los que le aman y cumplen sus mandamientos, hasta por mil  generaciones;
   En el capítulo 5, 10, se dice que Dios usa de misericordia con los que le aman, hasta millares (por lo menos dos mil) generaciones. La explicación dada por el Talmud a esta diferencia es la siguiente: hasta mil generaciones, a los que sirven al Eterno por temor a El, y hasta dos mil generaciones, a los que lo hacen por amor.  

 

 

haftara audio

Haftará

YESHAYAHU 40: 1-26

El Shabat que viene inmediatamente después de Tisha Be Av se denomina Shabat Nejamú, el Shabat de Consolación.

Se llama así por la primera palabra de la Haftará de esta semana: "Consuela, consuela a Mi pueblo dice vuestro Dios" El Profeta le recuerda al pueblo que ha llegado a término la época del Exilio de Jerusalén.

El Midrash nos dice que Hashem le pide a Abraham que consuele a Jerusalén, mas sin éxito.

Luego les pide a Yitzjak, a Yaakov y a Moshe, con igual resultado.

Por fin, el Propio Hashem viene a consolar a la Ciudad Santa.


 


iSAIAS 40:3 Kol kore bamidbar panu derej Adonay yashru ba'aravah mesilah l'Eloheynu.

Una voz clama en el desierto: Preparad el camino del Eterno (para hacer volver a los cautivos); allanad en el yermo una calzada para nuestro Dios (que andará entre ellos). 


 

Escrito y Recopilado por: Ravino Yaakov Asher Sinclair en Jerusalem
Editado por el maestro Eliyahu BaYonah ben Yosef director de la Organización Shalom Haverim de Monsey, New York.

 

Un grupo de personas viajaban en un bote. Uno de ellos tomó un taladro y comenzó a perforar un agujero debajo de sí mismo.

Sus compañeros le dijeron: "¿Por qué haces esto?" Respondió el hombre: "¿Qué preocupación es la tuya? ¿No ves que estoy perforando debajo de mi propio lugar?"

Ellos le dijeron: "Pero vas a inundar el bote para todos nosotros!" (Citado en Midrash Rabá, Vaikrá 4: 6).


De las enseñanzas de Rabí Shimón Bar Iojai
Rabí Shimón bar Iojai, también conocido por el acrónimo "Rashbi", vivió en la Tierra Santa en el segundo siglo EC. Discípulo de Rabí Akiva, Rashbi jugó un papel clave en la transmisión de la Torá, tanto como un importante sabio talmúdico y como autor del Zohar, la obra más importante de la Cabalá. Fue enterrado en Merón, Israel, al oeste de Safed.

Eliyahu BaYona Ben Yossef, Cuentos y Leyendas Judías.

 

Consejo Paternal
Extraídos de la Etica de los Padres, que se suele estudiar en los Shabats del verano.

Pirke Avot

"No seas un malvado en tu propia estimación."
(Rabí Shimon, Avot 2:13)

El que no tiene autoestima en cuanto a su nivel espiritual no vacila en seguir pecando (¡otra leña al fuego!). Eso no significa que se deba considerar un tzadik (una persona justa). Nuestros Sabios (Nidá 30b) nos dicen que antes de que nazca el bebé, su alma es desafiada con este juramento: "Sé un tzadik y no un malvado. Pero inclusive si todo el mundo te considera un tzadik, deberás considerarte un malvado.

Uno no debe pensar que es un tzadik, que no necesita crecer más, ni un rashá, un malvado que no tiene posibilidad de redención. Deberá considerarse en medio del crédito y del débito, donde cada uno de sus actos es capaz de inclinar la balanza.

CURSO DE TORAH #10 - SEFER SHEMOT -EXODO CAP. 9
  • La Plaga de Granizos en Egipto

   

 
PARASHA SEMANAL VAETJANÁN
  • Por qué estoy ordenado a amar?

   

 

 
 
AUDIO VIDEO PARASHA DEVARIM VAETJANAN

   

 

 
 

 

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PARASHA:   

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ALIYOT DE TORAH :     

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ALIYOT DE HAFTARA      

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